viernes, 4 de enero de 2013

Ayashi no Ceres - Entrevista en el artbook

Nota previa: Más que una entrevista, se trata de una disertación de Yuu Watase comentando cosas de la serie de lo más diversas e interesantes. Contiene spoilers de la historia, así que recomiendo su lectura tras haber leído la serie por completo.

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La primera vez que quise dibujar un “ángel enojado” fue cuando estaba en la escuela secundaria. Por alguna razón estaba leyendo la leyenda de la doncella celestial y pensé que, aunque era una historia preciosa, ¿no te enfadarías muchísimo si eso te ocurriera a ti? Te roban la ropa y te fuerzan a casarte... Así que entendí perfectamente por qué al final deja a su marido y vuelve al cielo. Sin embargo, había versiones en las que ella se llevaba al cielo a otra gente, no sólo a sus hijos, ¡también a su marido! ¡yo nunca le hubiera perdonado! Es por eso por lo que Ceres siempre está enfadada al principio del manga, y cómo acaba adquiriendo una fama un tanto aterradora.

Ceres es una lucha entre doncellas celestiales y humanos, aunque en realidad, es una metáfora de la lucha entre hombres y mujeres. Los humanos representan a los hombres, y las doncellas celestiales a las mujeres. A las mujeres se les han atribuido desde antiguo poderes especiales u ocultos. Los hombres, por otro lado, tienden a ser realistas y científicos. Vi diferencias que existían en la vida real, y las utilicé para separar los papeles desempeñados por hombres y mujeres en el manga. Así que las doncellas celestiales pueden hacer cosas mágicas o sobrenaturales, mientras los Mikage (los humanos) tienen esta enorme empresa, montones de dinero,  poder político, tecnología y la necesidad de utilizar todo esto. Por eso los creé tan diferentes.

El término “genes” aparece a menudo en el manga. Cuando se me ocurrió que la fuerza de los Mikage residiría en la tecnología punta, me figuré que la rama adecuada sería la ingeniería genética. Por otro lado, son las mujeres las que paren a sus hijos. Los Mikage ven la vida de una forma científica... juguetean con ella con su poder tecnológico y tratan de crear nueva vida a través de “la fuerza del macho”. Las opiniones que Kagami, su representante, hace en el cómic no son erróneas, pero si nos fijamos más, existe otro punto de vista, “el corazón es lo más importante en cualquier relación”. Es el de Aya, hacia el final. “Amar a otro es tejer juntos el futuro”. ¡Eso es todo lo que yo quería decir!

Este manga no dice, “esto está bien” o “esto está mal”. Así que no traté de que Kagami fuera “uno de los malos”. Es frío, pero eso es por culpa de su madre. Existe esa faceta emocional. Luego, hacia el final, cuando ves que realmente se preocupa por los chicos, te encuentras con que no puedes llamarlo “uno de los malos”. Mikagi, bueno, ya vemos lo que hace, pero sus motivos son que ama en extremo. En la última mitad, mi ayudante me comentó que le parecía muy interesante cómo Mikagi había siempre despreciado el amor, pero que cuando Ceres le dice que él no es sino uno más de su largo historial de hombres, se queda destrozado. ¡Ves, la ama, después de todo!

Intenté seguir ese tipo de realismo en Ceres, que fuera lo más real posible. Esta vez quería que las cosas del “lado oscuro” fueran también importantes. La amistad y el amor son maravillosos y tal, pero... dentro de mí existe un lado rebelde que dice, “¿por qué no pueden los “malos” también tener amores y amigos?”. Y de la misma manera, no todo es un camino de rosas para los “buenos”. Sí, es duro, ya lo sé.

Aya, deprimida porque Tôya parece haberse olvidado de ella, recurre a Yûhi, lo que la deprime aún más. La escena es dura, pero pensé que éste era un manga en el que podría llevar las emociones al límite, que de la forma en la que lo había ideado, ese dolor era posible en un manga shôjo (para chicas). También ligaba con el tema fundamental, “¿qué es el corazón?” “Lo que haces, ¿es realmente para bien?” Por ejemplo, el acto de seducir a Yûhi, no era amor hacia él, sino por la necesidad de sentir el cariño de alguien, para sentirse querida... Creo que eso le pasa a muchas chicas hoy en día, porque creen que sus padres no las quieren... pero se equivocan. Entiendo cómo se sienten, pero quiero que vean lo equivocado de su conducta, ¡que no deberían hacer eso!

La razón por la que los personajes están todo el rato luchando podría ser que... se filtra de algún modo mi personalidad. Hay muchas cosas en el mundo que no puedo aceptar que sean “para bien”. Creo que muchas de las cosas que se hacen hoy en día son demasiado superficiales. Pienso: “a eso le falta substancia” o “carece totalmente de espiritualidad”. Ésa es la parte difícil. Yo realmente no tengo las respuestas, pero lo único que quiero es que la gente reflexione un poco. Todo este manga es sobre asuntos que no pueden tener respuesta, asuntos de hombres y mujeres también. Lo que Kagami dice no es falso, pero hay también mucha verdad en las opiniones de Aya.

A mí, sobre todo, me gusta Tôya. No confiaría en mí misma si conociera a un tipo como él. Siente angustia por su propia identidad. Es un problema común de la gente en estos tiempos modernos. Pero al final aprende a amar a alguien, conoce a un montón de gente distinta, y acaba sintiendo emociones humanas.

Las personas no somos precisamente humanos al segundo de nacer. Podríamos convertirnos en lobos si nos criáramos con ellos... Así que no se nos puede llamar humanos sólo por nuestro aspecto. Nos volvemos humanos cuando empezamos a comprendernos los unos a los otros, y Tôya al principio no era más que un muñeco humanoide. No eres necesariamente humano sólo porque hayas nacido en la Tierra.

Tôya, si hace algo, es intentar alejarse de Aya porque piensa que puede ser que él no sea humano. No es el típico personaje interesado en el amor. Yûhi actúa más en relación a sus intereses amorosos. Bueno, yo no quería que los intereses amorosos fueran claros estereotipos. Estaba siendo rebelde otra vez. Decidí que en Ceres seguiría un patrón distinto al de Fushigi Yuugi. Quería mostrar que la vida real no es así de fácil.

Aya se sentía atraída por Tôya debido a un instinto maternal. No puede dejarle solo. Y Tôya se sintió atraído por Aya porque... lo sigue y lo persigue como un perrito faldero, por lo que no puede evitar acabar fijándose en ella. Él no entendía de emociones, pero ella es alguien que le dice que le gusta, así es cómo él empieza a encariñarse un poco con ella. No lo hice a propósito, pero los lectores dicen que Tôya parece más amable a medida que la serie avanza. Cuanto más avanza la historia, tanta más cuenta se da Tôya de que no es humano, pero más humano se vuelve el personaje. Era tan frío con Aya al principio. A los lectores les sorprendió. Tal y como eran las circunstancias entonces, Tôya no podía sino ser frío. No comprendía mucho las emociones.

Todas las madres fracasan en su papel de madres... Sólo me di cuenta de esto después de haber acabado la serie, pero... la madre de Aya se vuelve loca y abandona. La de Yûhi lo abandona a él y se marcha. La madre de Kagami lo maltrataba y se volvió loca. Ceres es también madre, pero... Después de todo, al final, Aya lo comprende... nadie tuvo una madre, y en una situación en la que se cuestiona la institución de la maternidad, Aya se da cuenta de que hay que proteger a los niños... y esto es lo que le une a Ceres en el pasado.

Al principio Ceres piensa que sus descendientes en la familia Mikage son todos un fracaso, y que ha fallado como madre. Decide que ella es la responsable y que tiene que matarlos a todos. El hecho de que se sienta responsable puede ser quizás una forma de amor, pero al entrar en contacto con Aya se da cuenta de que no tiene razón.

Ceres estaba muy enfadada con los Mikage porque eran sus descendientes, pero también eran los de Mikagi. Se da cuenta: “Oh, Dios mío, ¡actúan exactamente igual que el imbécil de mi marido!” Cree que el género humano no tiene remedio y que nunca cambiará. Mikagi la traicionó, y sus propios descendientes también la traicionaron  a su vez, así que simplemente abandona. Aún así, sigue intentando reencarnarse para proteger a sus hijos, pero las atrocidades de los Mikage la dejan anonadada. Sufre el desengaño de Mikagi durante miles de años. Al final, su interacción con Yûhi, Chidori y Shuro, vista a través de los ojos de Aya, hace que cambie.

Al principio Mikagi creía que Ceres era hija de los dioses. O sea que puede volar y tiene todos estos poderes. Siempre consideró que estaba muy por encima de él. Seguro que todo el mundo en el pueblo le iba diciendo: “Es hija de los dioses, un día te dejará”. Él nunca estaba a su altura. ¿Cómo se puede comparar a un mero mortal con una criatura celestial? Sabía que mientras fuera humano, nunca podría estar cerca de ella. Podría estar sentado a su lado y que le sonriera, pero, aún así, se sentía fuera de lugar. Le faltaba confianza en sí mismo, así que cuando Ceres le otorga poderes, todo el asunto empieza a subírsele a la cabeza. Se obsesiona con todo el asunto de “el Cielo y la Tierra”. Le hice expresarlo cuando dice: “te daré una vida que no puede compararse a ninguna otra de este mundo”. Ninguna confianza en sí mismo. Quería estar al mismo nivel que ella, pero en su cabeza todo empieza a confundirse. No quería dejarla marchar, y cuando obtiene poderes, como el humano que es, empieza a querer más y más. Luego comienza a sentir ese deseo machista de conquista y una pervertida avaricia, y para Ceres se convierte en una opción cada vez peor de padre para sus hijos... Para Ceres no había tanta diferencia entre él y ella al principio, ¡y hubiera sido mejor que todo hubiera quedado así!

La relación entre Shuro y Kei era también un poco así. Kei tenía talento y se esforzaba. Pero desde el punto de vista de Shuro se estaban alejando. Creo que a Kei le gustaba Shuro, incluso si él no se daba cuenta. Pero era un chico, y creo que no aceptaba la “elevada” posición de ella. Los chicos son así, a veces. No se sienten bien a no ser que se coloquen en una posición de superioridad frente a las mujeres. Se preocupan mucho por cosas que para las mujeres no son más que idioteces. Eso es lo que hace que la mentalidad masculina sea tan compleja.

Pero entonces, las mujeres que hay en la historia son tan terroríficas cuando se enfadan, acaban dándole la patada definitiva a la gente que les disgusta. Mientras reciban amor, son encantadoras.

Hay un proverbio que dice: “Si el corazón es puro, es un ángel, si no, es un demonio”. El corazón de las mujeres es así de voluble.

Esto también aparece cuando Maya Hirobe dice: “La estabas avasallando”.

En Ceres, es difícil tener éxito en el amor. Aya pasa por todo tipo de terribles situaciones para poder acabar junto a Tôya. Pensé que era mejor que la gente no se enganchase con el primer volumen a base de romanticismo, pues resultaría falso. No hice que las cosas fueran fáciles para con Tôya, y los lectores opinaron que la historia así era mucho más real. La gente no encuentra a su pareja tan fácilmente. Es verdad que yo quería que el amor fuera más realista y dramático, pero sobre todo quería evitar clichés inverosímiles. La historia necesitaba tener su miga, por supuesto, así que puse algunos elementos románticos en los sitios adecuados, pero eso es todo.

A mí me daba pena Chidori. Creo que Yûhi sabía cómo se sentía. Pero Chidori podía estar contenta en cierta manera... se las arregló para proteger a Yûhi, y eso puede haber sido su salvación.

La historia de Yuki Urakawa también es triste, ya que al final decide matar a su novio y suicidarse ella. Muchos de los personajes mueren con el corazón desgarrado, al final, no saben qué hacer. Aunque Maya Hirobe está viva al final. La idea era que su perro, llamado Mamoru (que significa “proteger”), salvara la vida de su querida ama al luchar contra el demonio interior que la poseía. El animal tiene el mismo nombre que su ex. ¡Ése sí que era un chico egoísta! Aunque en la vida real he oído muchas historias de chicos como él. Algunas relaciones en las que los amantes viven lejos acaban de la misma forma. El amor no siempre tiene un final feliz. ¡El amor de Yûhi no era correspondido!

Me pregunto por qué dejé morir a Miori... Al principio no tenía esa intención. Pensé que, quizás, podría morir cuando empezase a rechazar la droga vector, pero... Yo tenía la clara intuición de que ella se suicidaría. Es increíble cuando tienes el presentimiento de que un personaje va a actuar de una cierta forma.

En el manga, Shuro llama al acto de Miori “la forma más sucia de venganza”, pero creo que algunos lectores se tuvieron que parar a pensar que eso era venganza. A mucha gente le caía mal, incluso después de muerta. Algunos lectores escribieron diciendo que sabían cómo se sentía, pero que el suicidio no era la respuesta o que haciendo eso no haría a su madre feliz. De hecho, yo quería que la gente pensara en estas cosas. Hay muchos chicos, demasiados, que se suicidan porque les hostigan y los tratan como parias. La historia de Miori fue para mí muy difícil de dibujar. La verdad es que me partía el alma. Mientras escribía el guión me decía a mí misma: “oh, Dios mío, lo he hecho...” Cuando se la enseñé a mis ayudantes se deprimieron para todo el día. Ni siquiera hablaron mucho mientras trabajaban. Fue muy doloroso para mí, pero quería que Aya se diera cuenta de que tenía que tener aún más ganas de vivir por todo lo que había pasado.

La muerte de los Genomas C... Me pareció que eran personas que no deberían quedarse en el mundo. El hecho es que, en primer lugar, ellos no deberían haber estado vivos. Si hubieran sobrevivido, alguien se habría aprovechado de ellos. Cuando Shuro murió... le confió todo a Aya. Chidori también, pensó que Aya podría hacer lo que ellas no podían. Bueno, eso ocurre, no con Aya, sino con el bebé que lleva dentro. El bebé de Aya es un punto muy importante en Ceres, incluso si sólo aparece un momento al final de la serie.

Por ejemplo, en el caso de Kagami, es a través del hijo de Aya y Tôya que él logra sus objetivos. Es el hijo de una doncella celestial y de un humano sin defecto alguno... Tôya es de alguna manera humano. Pero el niño no nació gracias a algún tipo de proceso de tecnología fisicoquímica, sino que nació por amor, así que se podría decir que Kagami también ha perdido. Ha perdido, pero el niño vive, lo que es suficiente para Kagami. El niño no vino al mundo por el “poder” de Kagami, pero ésa no era la cuestión. Es por eso que al final le confía todo a Alec. Era el mejor de los que estaban de su parte (de hecho podría haber estado del lado de Aya), y pensó que sólo Alec tendría la certeza de saber qué hacer con los embriones. Creo que es mucha la responsabilidad para Alec, pero que sabrá hacer lo que sea preciso.

Kagami quería dejar vivas a las Genomas C, como “madres”. Sabía lo necesarias que son las madres. De hecho, iba en contra de su naturaleza el tener que eliminar a una “madre”. Los hijos son más importantes que las madres, así que una vez extraídos los óvulos fecundados, no hay ninguna razón para que las madres sigan existiendo. Aunque ya sabemos que aparecieron muchos clones de Ceres. Para Kagami, el retrato de Ceres que había visto en la mansión Mikage hacía mucho tiempo se convirtió en su ideal de madre, o de sucedáneo de madre, no tenía ningún interés romántico en ella. Así que les hizo desempeñar el papel de madres a las doncellas celestiales, a los clones de Ceres. Lo que realmente era Kagami era un chico que necesitaba que lo amaran, a pesar de que siempre le había dado la espalda a ese sentimiento.

Decidí no preocuparme demasiado de si la trama resultaba lo suficientemente entretenida. No es algo que sea bueno, pero es que quería centrarme en que la historia fuera sobre todo real. Por supuesto la planeé de forma que tuviera sus momentos de tensión, pero lo que me propuse es que fuera lo más realista posible. Cuando disparan a Tôya todo resulta desgarrador, me figuré que es así como debería ser. Quería mostrar las partes más dolorosas, las partes que mucha gente no querría ver, e incluirlas en la paleta. Quizás así entonces, la pureza de Yûhi, la pureza de Aya y Tôya, resultaran más reales. Si eran unos personajes románticos desde el principio, todo parecería falso.

Creo que si no pudiera expresar las cosas que tengo que decir al mundo se acabaría mi carrera. Cuando la gente llega a la edad adulta, toman un punto de vista pasivo. Las cosas son como son, siempre han sido así y así seguirán. ¡Eso me saca de quicio! Protesto contra todo tipo de cosas. Hago que mis personajes salten contra cosas que yo considero inaceptables, como cuando al final puse en boca de Yûhi: “¿dónde te has dejado el corazón?” Cuando la gente dice que el mundo es horrible, que los políticos son unos sinvergüenzas, pero que no se puede hacer nada para cambiar las cosas, ¡me hierve la sangre! ¿Cómo no hay más gente que se indigne? Me parece que se vislumbran claramente mis opiniones. Me apasiono cuando escribo este tipo de escenas.

En la segunda parte, cuando Aya y Kagami tienen su disputa, Kagami es mi lado tranquilo. Nunca aprobaría lo que hace, pero hay cierta razón en lo que dice. Por otro lado, cuando Aya le grita: “¡Te equivocas!” es mi voz la que se alza en contra de esa tendencia cada vez mayor hacia las relaciones basadas sólo en el sexo, no en el amor o el afecto.

Cuando los personajes lloran, yo también lloro. Es bastante duro. Mis ayudantes y yo trabajando con lágrimas y lloriqueos, con música triste de fondo. Me han dicho que soy muy intensa. Cuando los personajes se deprimen, me deprimo yo también. Soy un poco masoquista, porque disfruto con todo esto.

Mientras dibujo, me meto de lleno en los personajes. Por ejemplo, la viñeta en la que Shôta se levanta, la practiqué montones de veces delante del espejo. ¿Cómo me podría levantar si estoy en el suelo y no puedo utilizar las piernas? Hice y rehice muchos bocetos, teniendo en cuenta qué partes del cuerpo me dolían y cuáles eran las expresiones de mi cara. También ato a mis ayudantes y les empujo. Se quejan, pero se ríen mientras lo hacemos. Les tengo que decir que se pongan serios, para que parezca real. También me apreté el brazo al máximo, para ver cuánto dolía.

De una de las escenas de las que estoy más orgullosa es del flashback de Ceres y Mikagi. Y de muchas otras también. De una en la historia de Miori que creo que quedó muy bien. Un dibujante amigo mío que es muy bueno con diseños tridimensionales me ayudó muchísimo. Le llevó dos días acabarla, quedó increíble. ¡Realmente quiero agradecérselo! La sangre está por todas partes. Una ayudante mía me gritó de dolor mientras entintaba una página. Le pregunté que qué pasaba y me contestó que es que quedaría mejor si le daba más realismo a la herida. Las viñetas de edificios también llevan mucho tiempo y conllevan muchos problemas... pero luego me encantan cómo quedan.

Ya estaba metida de lleno en la historia cuando llegué a la segunda parte. Sobre todo en las seis últimas entregas que fueron exactamente iguales a como las había imaginado. Aunque acorté un poco la batalla entre Tôya y Mikagi. Estaba totalmente mentalizada para los episodios finales.

Y de pronto, resulta que Aki muere. Podía haberlo mantenido vivo, pero me pareció que se merecía un castigo ya que había prometido, sin conseguirlo, frenar las actividades de Mikagi. Los dos son la misma persona, y me figuré que Aki se volvería loco si supiera la cantidad de gente a la que había matado. Por otra parte, también me parecía mal que todo el mundo guardara el secreto y nadie le dijera nada. Mucha gente dice que a Yuu Watase le gusta matar a sus personajes. No es que me guste... es que, sin embargo, a veces sucede.

También me han dicho que si me paso un poco más ya no sería manga shôjo, que el contenido sería más adecuado para una revista con un público más adulto. Sigue siendo shôjo, pero el contenido se acerca al seinen, más arriesgado.

Me siento como si no hubiera gritado lo suficiente en Ceres... aunque estaba muy satisfecha cuando lo acabé. Hay algunas cosas que lamento y que considero que las podía haber hecho mejor, pero estaba contenta con la labor final... Incluí todas las cosas que pude. Fue un trabajo en el que estuve gritando todo el rato, pidiéndole a la gente que reflexionase un poco. En especial quería que las chicas se cuidasen un poco a sí mismas. En el volumen 10, a Aya la atacan unos chicos... y luego Mikagi... ¡no es que yo sea una pervertida! Escribí esas escenas con un poco de sarcasmo, no para decir que los hombres son malos, sino porque las chicas no los toman lo suficientemente en serio. No son del todo conscientes de que son mujeres. Se excitan tantísimo con cualquier escena ligeramente erótica en un manga. ¡Quería decirles que los hombres no son algo tan sencillo! Que vieran que todo lo que hacen siempre conlleva consecuencias.

Lo que pasó en la biblioteca de Tango no fue culpa de Aya, sin embargo. Es como cuando a una chica la soban en el metro a la hora punta, y no se atreve a decir nada. Eso es lo que yo quería decirles: “¡chicas, tened más cuidado!”

Al final, Aya toma la senda biológica de la mujer, para poder tener un hijo del hombre al que ama. No es que lo considere la única opción para que la mujer halle la felicidad, sólo quería mostrar que las mujeres son increíbles al poder crear una nueva vida. Quiero que todas y cada una de chicas que leen mi manga sepan que son unos seres increíbles. Por supuesto, eso no quiere decir que desprecie a los hombres.

Quería que cualquiera que leyera a Ceres pensara en qué es lo más importante en la vida, y eso no es ni el dinero ni los bienes materiales. Puede que sea una idealista, pero me parece que si se pierde ese concepto, será el fin, no importa lo que nadie pueda decir al respecto. Es un tema recurrente en toda mi obra. Seguramente en cualquier género que trabaje... El concepto de “el corazón” también aparece al final de Fushigi Yûgi. Me gustaría seguir con títulos que digan que el “corazón” es lo que de verdad importa.

Mi próxima serie es un drama que tiene lugar en una escuela secundaria, así que puedo hablar sobre “el significado del corazón” de una manera que me es muy familiar. Incluso si trabajara en otros géneros, el tema central seguiría siendo el mismo. ¡Será el “corazón” hasta el día que me muera! Me da igual el contenido que tenga, es lo que me gusta hacer.

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Agradecimiento especial a PaGe por haberme proporcionado la transcripción y así ahorrarme numerosas horas de escritura. Mil Gracias!

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