Aya y Aki Mikage son hermanos mellizos
que deciden ir junto a sus amigos a que una famosa adivina le prediga el futuro
amoroso a Aya. Sin embargo, en lugar de una felicidad próxima junto al chico de
sus sueños, ésta le da una siniestra predicción: “Veo sangre, rabia y
tristeza…El mundo que conoces quedará hecho pedazos”. Nadie cree una sola palabra y se van a pasar
la tarde a un karaoke.
Al salir son testigos de un robo en el
que Aya decide intervenir con la consecuencia de caer desde un puente sobre la
carretera. Milagrosamente, aterriza sin un solo rasguño, como si hubiese
flotado. Aún así, el peligro de ser atropellada es inminente, cosa que evita un
apuesto chico que, tras dejarla a salvo en la acera, desaparece sin que pudiese
preguntarle su nombre y darle las gracias.
Al día siguiente, los mellizos deben asistir
a la celebración de su decimosexto cumpleaños con toda su familia. Allí, en vez
de una alegre fiesta con tarta y regalos, todos están serios y se siente una
gran tensión en el ambiente. Entonces el mismo chico que salvó a Aya trae una
caja que ésta debe abrir. Su interior contiene una mano humana que hace
despertar en el interior de Aya a Ceres, la doncella celestial.
Cuando pasa todo, a Aki le salen unas terribles heridas. Nadie reacciona menos Aya, y sin
embargo le dicen que se aleje de él, que la única que va a morir es ella. Aunque no entiende nada de lo que
pasa, se llevan a Aki y a ella intentan estrangularla, pero se resiste a morir
y, cuando recupera la conciencia, se encuentra en lo alto del pino de la casa.
Está manchada de sangre y no sabe qué ha pasado. Allí aparece su
"salvador", quien decide subir a su lado ya que ella se niega a
bajar.
Como Aya no hace otra cosa que gritar,
la hace callar con un beso. Lo que sólo sirve para que pegue un chillido que
atrae a sus perseguidores y, cuando están a punto de dispararles, aparece otro
chico que pelea con palillos chinos para derribarlos. Su salvador la tira desde
lo alto del pino a los brazos de éste, quien se la lleva hasta una mujer que le
asegura que los Mikage van a intentar matarla porque es una doncella celestial.
Una vez en casa de estas personas, la
mujer, Suzumi, le cuenta más tranquilamente la verdad: generación tras
generación, Ceres se reencarna en las jóvenes de la familia Mikage buscando su “manto
sagrado”, necesario para poder volver a los cielos, y que fue ocultado por su
marido, el ancestro de los Mikage. Desde entonces, todas las reencarnaciones de
la doncella celestial de las leyendas han sido asesinadas por los Mikage. Y Aya
no va a ser una excepción. Debe decidir entre luchar contra los Mikage, su
propia familia, o dejarse matar.
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